Veía
un día a través de las estrellas,
un brillo tardío
de claro nocturno,
y sentado soñando
entre flores bellas,
miraba tus ojos
y tus labios rojos.
Ví
a un árbol luchar contra el viento al soplar,
y tu nombre
traer a mis oídos sordos;
ví mi
mano temblar y tu foto apretar,
mis dedos crispados
la hicieron pedazos.
¡Y
lloré en silencio por tu
cuerpo frío!,
pues tu cuerpo
frágil se rompió en la tarde,
un néctar
amargo te llevo a otro mundo.
Tu
pronta partida me ha dejado triste;
un gemido sordo
se oyó entre los cielos:
¡Entre
las estrellas, he visto tus ojos!..
Miguel
01/ II /87
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