Recuerdos
turbios se agitan en mi mente,
y apareces de
repente entre las sombras,
y cual Dríade
de ensueño, te alejas
al verme y te
escondes, de repente.
A
través de la noche te empiezo
a buscar,
sin saber de
tu forma o tu huella al andar,
y me pierdo
entre tu ambiente singular,
dotado de brillos
de incesante resplandor.
¡Qué
no diera ya por encontrarte, y no dejarte!,
caminando a
tu ritmo de niña presurosa,
agitando tus
cabellos al destino errante,
alejándonos
sin prisa del mundo y su farsa.
Un
destello me despierta entre tus brazos,
me miro y me
tienes recostado en tu regazo,
te observo un
instante y me callas,
y estoy contento
de que velaras mi sueño.
Entre
rayos de sol y el rocío del bosque,
tu rostro se
vuelve radiante y sereno,
más tus
alas húmedas te envuelven,
y soy dichoso
por estar contigo más tiempo.
Los
rayos del sol acarician tu cuerpo, suavemente,
y tus alas se
abren cual flor en primavera,
más te
aquietas en mi alma cual crisálida errante,
y en mi corazón
te agitas, esperando a la luna.
Miguel
29/08/97
Inspirado
por RAQUEL Barreto
Méndez
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