Gotas
tenues de lluvia fresca
recorren las
formas de tu rostro,
aceleran poco
a poco y te dejan,
se olvidan de
tí y siguen su paso.
Avanzan
sin prisa, sin tiempo ni excusas,
brillando con
fuerza al cruzar por tus ojos,
muriendo su
chispa al alzarse la bruma,
y retando a
la brisa, buscando tus labios.
Bajan
despacio entre tus mejillas,
chocan, se crecen,
resbalan, se ocultan,
juguetean con
tu pelo, tu cara, tus manos,
y te empapas
la risa y el alma.
Rondan
tus labios buscando consuelo,
desviando su
curso hasta hallar tu barbilla,
colgadas, cayendo
al olvido eterno,
viviendo sin
prisa, hallando un motivo.
Intensos
destellos se agitan con furia,
y encuentran
tus manos bañando tu rostro,
reavivan su
dicha, su esperanza se afirma,
y profanan tu
aliento brillando en silencio.
El
sol las transforma y eleva hasta el cielo,
se amontonan
brotando entre algodones blancos,
te buscan, te
encuentran, te cubren de hielo,
brillan en tu
pelo cascadas de nieve y luz.
Lanzas
sus vidas al aire contando sus chispas,
cruzas su camino
empapando tu cuerpo de niña,
juegan, saltan,
brillan, lloran tus ojos de pena,
te calman, refrescan
tu vida y tu alma.
Aumenta
la lluvia y el clamor de las gotas,
chocan, las
miras resbalando por tu ventana,
las sigues,
las llamas, les pides que vuelvan,
se alejan de
tí, y te niegan su adiós.
Miguel
31/X/96
Inspirado
por GABRIELA
Castro
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